Obras Maestras de la Pintura 12Vols

Los museos de pintura, o las series de obras pictóricas expuestas en un museo de arte, poseen, además de su valor como documento y patrimonio, una personalidad modelada por circunstancias de la historia cultural, política, económica y social. Al coleccionar cuadros, los individuos y las comunidades realizan un proceso de selección en el que influyen factores diversos: el gusto de la época, consideraciones estéticas, y científicas, o circunstancias, en fin, meramente coyunturales. Por ello un museo de pintura es, en sí mismo, un reflejo de la sociedad que le ha dado vida y desarrollo en el transcurso del tiempo, un relato de su evolución histórica, en todo caso, el de la evolución histórica de sus sectores dirigentes. La institución ha formado sus colecciones gracias a una cadena de decisiones que tiene su origen en el artista y en la que participan individuos de diversa condición social. Si hablamos del pasado, el papel decisorio ha de atribuirse a la realeza, la nobleza y el clero, aunque siempre con el pueblo como base, puesto que su trabajo financiaba la creación artística. A partir de la Edad Moderna, y sobre todo tras la revolución industrial, la aparición de una clase burguesa dotada de capacidad adquisitiva significaría por una parte, cierta democratización del poder decisorio y de otra, una ampliación de la demanda que determinaría transformaciones en el concepto mismo de la obra pictórica y su función en la vida cotidiana de los hombres. El coleccionismo burgués, finalmente, constituye una formidable potenciación del museo, al que revierten las reservas formadas por esta clientela del arte.